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EL Desafortunado nombre de la Aromaterapia y los aceites esenciales
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Hace tiempo que tenía ganas de escribir sobre este tema. En mis 8 años de recorrido como aromatóloga, lo he podido comprobar. La aromaterapia y los aceites esenciales, que curiosamente comparten ese nombre en casi todos los idiomas, tienen una nomenclatura que definitivamente no les hace justicia, o que no funciona a nivel coloquial, aquí expongo las razones.

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Como algunas ya sabemos y a pesar de que vienen siendo usados desde hace miles de años en muchas culturas, estas sustancias comenzaron a ser estudiadas a principios del siglo XX por Reneé M. Gatfosse y Valnet, entre otros, sentando las bases del enfoque científico de la aromaterapia moderna.

 

Si bien estas sustancias son ni más ni menos que el concentrado de las propiedades de una especie vegetal ya sea este extraído de su raíz, de su sumidad florida o sus hojas, esto es, la expresión máxima de aquellas moléculas que le dan sus propiedades farmacológicas, la expresión “Aromaterapia” sigue convenciendo al gran público de que su uso está limitado a proporcionar “buen olor”; una especie de perfume que se usa para un momento puntual, a modo de ambientador. Si bien esto cierto, ya que las propiedades olfativas y su relación con nuestro sistema límbico, emociones y estado de ánimo, o su uso en difusión como desinfectante atmosférico son parte importante de su utilización, no son en absoluto todo el espectro que estas sustancias abarcan.

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En mis cursos de cosmética tengo el mejor ejemplo: siempre se asocia la adicción de estos aceites a los productos que hacemos a una especie de “toque final” de “buen olor” y rara es la ocasión que no tengo que explicar que el aceite esencial de, por ejemplo, Romero al Cineol (su quimitipo, ya que hay infinidad de quimiotipos del mismo romero), no da solamente un delicioso olor a romero, si no que potencia la decocción del mismo que hemos añadido, con su  poder desengrasante, purificante y equilibrante. Nada menos.

Es necesario recordar que algunos aceites esenciales se pueden y deben ingerir y también ser utilizados en masaje para su absorción. Esto es, sus propiedades, aquel componente curativo o preventivo de esa planta de la que se extrajo, al igual que nos la tomamos en una infusión, en una gragea, en un extracto, en una cápsula, o incluso, por sorprendente que esto suene en un medicamento de síntesis en laboratorio, son farmacológicas y van mucho más allá de un simple buen olor.

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Tomemos como ejemplo la siguiente comparación

usando la Gaulteria procumbens.

La Gaulteria es una planta con un altísimo

contenido en salicilato de métilo (99.66%) y

comparte sus componentes ni más ni menos

que con la Aspirina que extrae el salicilato del Sauce,

( Salix)  de ahí su nombre. Esta planta en aceite esencial

se usa en masaje (nunca oralmente) y actúa por

supuesto y como podéis imaginar como un potente

analgésico.

 

 Creo que ha quedado claro que la Aromaterapia

no trata de ambientadores ni olores, que también,

si no que va mucho más allá, dependiendo de la planta en cuestión, su uso puede ser olfativo, oral o externo en masaje.

 

A veces se me pasa por la cabeza utilizar otro nombre que ayude a la Aromaterapia a sacarla de su ostracismo y falta de reconocimiento ya que posee un gran valor farmacológico o cosmético, indispensable para el botiquín de todo hogar, compatible con la medicina convencional y para toda la familia, ya sea para dolencias emocionales, físicas o ambas, ya que rara vez no van estas de la mano. ¿Quizás fitoterapia esencial? ¿Destilados farmacológicos? (aunque no todas las plantas de destilan) Se admiten sugerencias!

 

Otra confusión muy típica es la de meter en el mismo saco los aceites vegetales y los aceites esenciales

Un aceite vegetal es un triglicérido, esto es, una grasa, extraída normalmente por presión, maceración, o tratamiento de la parte de un vegetal. Viviendo donde vivimos, en la península ibérica, de sobra conocemos uno que tiene una gran cantidad de propiedades y que es el que mejor aguanta altas temperaturas sin perderlas, ni “toxificarse”: el aceite de oliva. Luego, tenemos otros muchos utilizados sobre todo en cosmética y también en alimentación como son el de almendras, el de jojoba, el de caléndula, el de onagra, etc…

Prueba de ello es el fantástico catálogo de Paranorm al respecto, cada aceite vegetal posee unas propiedades únicas que lo hacen ideal para distintas utilizaciones.

 

Los aceites esenciales, como decíamos antes no son triglicéridos, si no destilados, extracciones, como en el caso de los cítricos, o condensaciones de cientos de plantas cuyas propiedades se han ido descubriendo tras miles de años de observación y utilización y que condensan los saberes de muchas y diferentes culturas. Los aceites esenciales no tienen la misma densidad ni las mismas características moleculares que los aceites vegetales, que si bien poseen muchos beneficios, no se presentan igual de concentrados.

 

No todas las plantas, ni sus frutos, ni el resto de sus partes puede convertirse en aceites esenciales. Por ello hay veces que recurriremos a la fitoterapia en forma de un extracto, un aceite vegetal, una cápsula, un aceite esencial o un concentrado.

 

Espero que después de esta breve pincelada os haya quedado más clara la amplitud de usos de un aceite esencial, recordando que merecen un análisis por separado y una caracterización por quimiotipo (ver el post sobre el Tomillo, abajo) y que estos no son aceites vegetales. ¿Se os ocurre algún nombre para ahorrarnos tanta confusión? Os mando un gran abrazo

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